Hacer top-less en una playa no es malo para la salud, aunque
puede resultar muy dañino para la imagen. Superado el comentario de
los mirones ante lo que queda del bikini, el enemigo del bronceado
sin tapujos es la cámara de fotos del móvil. En los últimos
tiempos, ciertos personajes utilizan el ojo indiscreto del teléfono
para inmortalizar a bañistas y, en el peor de los casos, colgar la
instantánea en la Red.
En el cajón de sastre de Internet, donde todo tiene cabida, han
proliferado portales repletos de fotos robadas con el móvil en
playas, discotecas e incluso gimnasios. El verano es la temporada
perfecta. Al fotógrafo aficionado le basta con fingir que está
enviando un mensaje y, sin embargo, enfocar dos toallas más allá a
su objetivo, tal y como comenta el
Diario Sur.
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